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Te Llamarás Gabriela

“Muchas de las cosas que hemos menester tienen espera: el Niño, no. Él está haciendo ahora mismo sus huesos, criando su sangre y ensayando sus sentidos. A él no se le puede responder: “Mañana”. Él se llama “Ahora” ...”
Gabriela Mistral; Extracto texto Llamado por el niño.


El llamado de los niños lo escuchamos, desde distintos lugares.
Entre un grupo de amigos que estudiaba semanalmente surgía una iniciativa desde la Antroposofía, que se convertiría en un centro cultural. Sin embargo, finalmente algo más grande quería nacer y al decir más grande, hablo de la tarea y el significado de llevar a cabo un proyecto educativo con todos los retos que nos pone esta tarea, en ese momento y en la actualidad.

Este destino nos venía buscando e iba gestándose, a pesar de nosotros. Fuerte y claro llegó el mensaje de los niños y algunos de nosotros aceptamos tomar ese compromiso: Fundar una Escuela.


Todos, a pesar de seguir ligados a distintas iniciativas inspiradas por la Antroposofía, habíamos participado anteriormente en escuelas Waldorf, pero esa parte de nuestras vidas ya había quedado en el pasado. Compartíamos, eso sí, el ideal de aportar activamente desde nuestras actividades, para generar cambios en el ámbito social, económico y cultural.


Inspirados por este nuevo impulso, de inmediato empezamos a encontrarnos semanalmente en una oficina cerca de la calle Providencia, a estudiar y a dialogar en torno a lo que en ese momento era sólo un proyecto.
Aunque la Escuela ya se había instalado en un lugar del alma de todos.
Todo esto no nacía de una necesidad explícita de alguno de nosotros, sino del sincero interés de darles la oportunidad a los niños y jóvenes de ser acompañados dignamente en su desarrollo, tarea que desde nuestro punto de vista sigue estando pendiente en el ideario educativo de nuestro país.
Nuestro sueño era brindarles a los niños a través de la pedagogía Waldorf,

herramientas para desarrollar sus potencialidades como seres humanos únicos, capaces de ejercer mediante sus talentos y conocimientos e influir en la humanidad para contribuir con el progreso hacia los ideales de libertad, fraternidad y justicia.


Una tarde de agosto del año 2016, nos propusimos buscarle nombre a la escuela. Cada uno pensaría con dedicación en el ser, cuyo nombre representaría todo esto que anhelábamos. Sin conversarlo previamente llegaríamos con una propuesta. Lo escribiríamos en un papel y lo dejaríamos en un canasto... La sorpresa fue mostrándose en el rostro de todos cuando se iba pronunciado a viva voz la propuesta con la que cada uno había llegado. En cuatro de los cinco papeles estaba escrito el nombre de Gabriela Mistral, en el quinto apareció el nombre de una de sus obras: Lagar.


No cabía duda de que tanto Gabriela como la voz de los niños estarían siempre presentes inspirando nuestra labor cotidiana. Lo que no imaginábamos era que en nuestra comunidad también surgiría, en un grupo no menor, el interés y el entusiasmo entorno al legado de Gabriela, al hacerla vivir entre nosotros a través de charlas, fotografías y lectura de poemas primero en el domo, luego en el Parque que han mantenido el fuego vivo y que al nombrarla tantas veces ha hecho posible conocerla, evidenciar su legado, herencia invisible y lamentablemente tan poco reconocida.


Anita Isla

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